Ya sé que voy a atraer a miles de trolls y fanáticos diversos, pero tras más de una década de marear la perdiz hay que decir a las claras que Blockchain es una majadería, una «idea feliz» que no aporta ninguna ventaja real y encarna perfectamente la paradoja del rey desnudo en tecnología.
Hay que empezar dejando claro qué es Blockchain y separar ese concepto de la pregunta de «¿para qué sirve?», porque las herramientas son tan útiles como la persona que las maneja, pero primero hay que entender qué hace esa herramienta. Una definición podría ser que una cadena de bloques (blockchain) es «una lista de registros creciente, vinculadas mediante un algoritmo criptográfico«. Dicho así, la verdad es que no nos aclaramos mucho. Te lo voy a contar de otra forma.
¿Sabes lo que es un registro contable? En su forma más tradicional, era uno de esos libros de cuentas en los que las empresas y los bancos anotaban sus operaciones financieras. Páginas y páginas de entradas y salidas de dinero. Al final de cada página se hacía una suma de todo lo que había y se pasaba a la siguiente. Si a cada página la llamas «bloque» y las pones en orden cronológico, ya tienes una «cadena de bloques». Lo que vincula esas páginas es la suma que haces al final, que se pone al principio de la siguiente página, como punto de partido de las cuentas.
Blockchain no es un producto concreto, sino la idea general de que si agrupas un montón de transacciones en un bloque, haces una suma de control y pones ese resultado en la página (bloque) siguiente, es posible seguir la pista a todo el registro contable y saber en qué página se ha podido cometer un error, si es que alguna de ellas no cuadra.
La diferencia entre los libros de cuentas tradicionales y una cadena de bloques es que en los primeros todas las operaciones son de la misma cuenta financiera, mientras que en la segunda las operaciones son independientes. Así que la suma que haces en un libro tradicional es realmente el dinero que vas acumulando, mientas que la suma que haces en Blockchain es un número arbitrario que no representa más que un control sobre los datos almacenados.
Dicho así… ya no parece tan innovador, ¿verdad? Es que no lo es. Y la segunda parte es aún mejor. Imagina que, en vez de encargarle al contable de tu empresa, o al director de la sucursal bancaria, que guarden el libro de cuentas, haces 3, 5 o 40 copias del mismo, las repartes a otras tantas personas independientes y, cada vez que acabas una página, les mandas una copia de la nueva y les pides que la actualicen en sus copias. La forma de financiar el tinglado es que, cada vez que uno de ellos termine de calcular la suma de una página terminada, le permites que se apunte para sí mismo un poco de dinero que aparece de la nada. A eso, a la operativa de hacer los cálculos de control de cada bloque, se le llama «minería de bloques».
En el esquema tradicional, en las bases de datos centralizadas, el administrador del sistema es el que se encarga de garantizar la integridad de los datos mediante recursos como el acceso cifrado o las copias de seguridad. En el esquema de bloques, que es una base de datos descentralizada con muchas copias, la integridad se garantiza mediante la comparación de las páginas que hay en todas las copias: si hay una que descuadra del consenso de la mayoría, es que la han manipulado.
Esto, prescindiendo de un montón de tecnicismos que no añadirían mucho, es en esencia una cadena de bloques o «blockchain». Por extensión, se llama Blockchain (con mayúsculas) a cualquier implementación práctica del concepto de cadena de bloques. Así que no hay UNA blockchain por ahí dando vueltas, ni hay un programa que se llame «Blockchain», sino miles de iniciativas de grupos, empresas, organismos y universidades, tratando de usar Blockchain para algo.
¿Y para qué sirve esto? Puessss… si en vez de pensar en toda la palabrería que te llega piensas en lo que te acabo de explicar, creo que casi tú mismo te respondes a la pregunta. ¿Qué ventaja tiene sustituir un libro de cuentas, que cuida un contable, por un grupo de libros duplicados, gestionados por decenas de contables independientes? Yo, la verdad, no le veo ninguna ventaja. Bueno sí, tiene UNA, que es el único motivo por el que se hizo la primera implantación comercial de Blockchain.
En 2009 una persona (o un grupo de personas que actúan bajo un nombre común) llamada Satoshi Sakamoto implementó una sistema de cadena de bloques para controlar las transacciones de una moneda que se había inventado, llamada Bitcoin. No era una moneda de verdad, sino un apunte contable en su cadena de bloques. Pero cualquiera podía hacer anotaciones, comprar y vender Bitcoins, dejando anotadas las transacciones en el sistema de Sakamoto. La ventaja del Bitcoin era que no lo controlaban los bancos ni estaba sujeta a supervisión de ninguna agencia gubernamental. No era más que una frikada tecnológica que no parecía tener más aplicación que los billetes del Monopoly.
Para los defensores de la cadena de bloques, cualquier contable o banquero es un vil estafador indigno de confianza para llevar los libros de cuentas. Y yo no digo que no tengan algo de razón en el caso de los bancos, pero un grupo de desconocidos que deben cotejar sus copias para ver que nadie ha hecho trampa, no me parece que sean el no-va-más de la fiabilidad. Un argumento en contra de esto es que la verificación no la hacen las personas que hospedan cada copia de la cadena de bloques en sus máquinas, sino el software que la revisa. Es decir, la verificación es matemática y (por tanto) ciega. Pero esto no resuelve el problema, ya que trasladamos la responsabilidad del fraude del propietario de la copia al programador de la aplicación. De hecho, ya han ocurrido fallos en este sentido, como te cuento un poco más adelante.
Por alguna extraña razón (¿quién va a querer mover enormes sumas de dinero sin que las transacciones estén monitorizadas por un banco o una agencia tributaria? ¿QUIÉN?) el invento empezó a tener algo de éxito. Durante los dos primeros años un Bitcoin no valía nada. Claro, ¿qué valor tienen los billetes del Monopoly? Pero el 17 de Marzo de 2010 a un alma inocente se le ocurrió cambiar billetitos verdes de verdad (de esos que no tienen ningún valor, como los de $100) por monedas etéreas de Bitcoin anotadas en la cadena distribuida entre amiguetes de Sakamoto (que esas sí que valen). En menos de un año, el Bitcoin alcanzó la paridad con el dólar y en 2017 llegó a cotizarse a 1.000 dólares por cada Bitcoin.
¿Recuerdas cómo se financia el funcionamiento de las copias? En efecto, regalando bitcoins, que los mineros reciben cuando terminan de computar un bloque. Claro, si por hacer cálculos te aparecen 200, 500 o 1.000 dólares de la nada, ¿a quién no le interesa invertir tiempo de su ordenador en llevar una de las copias de la cadena? En torno a este concepto surgió un negocio millonario en el que empresas como Nvidia se han hecho de oro vendiendo aceleradoras para minería de criptomonedas y surgieron miles de gurús explicando cómo montar sistemas dedicados a la minería.
Lo que pasa es que, a medida que aumenta el número de transacciones, el registro se hace más grande y los cálculos son más complejos. El tamaño de la cadena de bloques de Bitcoin se ha multiplicado exponencialmente en los últimos 10 años, pasando de 7 Mbytes a principios de 2010 a más de 250 Gbytes a principios de 2020.
Hacer una transacción en la cadena de bloques de Bitcoin es una basura tecnológica. Está tan sobrecargada y tiene un mecanismo de replicación tan penoso, que apenas se pueden hacer 3 o 4 transacciones por segundo. En todo el sistema. Todas las máquinas que hay consumiendo millones de vatios de electricidad no pueden más. Y todavía hay algún valiente que se atreve a sugerir que «esto» debería sustituir a las bases de datos que se usan en las transacciones bancarias normales, que «sólo» hacen unas cuantas decenas de miles de transacciones por segundo. El número de transacciones diarias de Bitcoins está estancado desde hace poco más de 3 años, en torno a unas 320.000 transacciones diarias en todo el mundo. Al mismo tiempo, el valor que tiene para los mineros la recompensa ha bajado, de forma que ya no es tan rentable y van abandonando. Nvidia, uno de los actores que se forraron con la burbuja de las criptomonedas, se metió un tortazo bursátil en 2018 cuando todo el castillo de naipes empezó a caerse.
Mientras todo esto ocurría, en la década que ha pasado, una legión de Evangelistas de Blockchain han tratado de convencer a todo el mundo de que era una tecnología futurista que acabaría con todos los males de la humanidad. Era como los anuncios de la teletienda, en los que un pelapatatas hace que duermas mejor, seas más feliz, se resuelvan tus problemas maritales y ganes a la ruleta. Sí, sí… ¿qué tiene que ver una pelapatatas con la ruleta? NADA, Lo mismo que una cadena de bloques con la calidad de las noticias, la fiabilidad de un título universitario o la integridad de un proceso electoral. Pero para esa legión de fanáticos Blockchain era la palabra mágica que resolvía todos los problemas.
En 2017 se presentó Civil Media, un confuso sistema de selección y financiación de noticias que (teóricamente) iba a salvar al periodismo del S.XXI de la crisis, la ruina y la turbia manipulación de los oscuros poderes mediáticos mediante (otra) criptomoneda inventada por la empresa ConsenSys. Pero a pesar de todo el revuelo que montaron, al año siguiente no consiguieron que hubiera suficientes personas interesadas en cambiar sus inútiles billetes de verdad por las atractivas moneditas virtuales. Esperaban captar ocho millones de dólares y sólo pillaron 1’4, que además tuvieron que devolver. Tras un segundo intento un poco más patético que el anterior, tuvieron que cerrar el chiringuito poco menos que presentándose como héroes incomprendidos de la innovación tecnológica. Entre medias, las acusaciones de falta de transparencia o que la propia ConsenSys especulara con su criptomoneda, no tenían nada que ver.
¿Cómo era posible? ¿Cómo podía el mundo haber dado la espalda a un proyecto tan progresista, virtuoso, innovador y tecno-guay? Porque no valía para nada. La calidad de las noticias no está en un teórico mercado negro de divisas opacas con las que pagar al que publica lo que te gusta, sino en la calidad del trabajo de los que crean las noticias.
Kai Stinchcombe tiene un artículo estupendo de 2018 (que te recomiendo que leas) en el que lo dice bien a las claras: de nada sirve la teórica ventaja de transparencia de la cadena de bloques sobre recuento de votos si quien apunta los votos anota datos falsos. En nada mejora la credibilidad de una universidad que anota las titulaciones en una cadena de bloques, si quien otorga los títulos es una universidad corrupta. A pesar de esto (o quizás precisamente conscientes de ello) un gran número de universidades españolas se ha lanzado a implantar sistemas de registro con Blockchain en un patético intento de recuperar credibilidad.
Blockchain es una majadería tecnológica cuya mayor defensa no es que tenga ventajas (que no las tiene), sino que no tiene supervisión. Es la primera «solución» de anotación de registros que funciona peor, más despacio, con mayor coste y menos versatilidad que aquella a la que pretende sustituir. Porque en una base de datos tradicional la información tiene una elevada granularidad (independencia), pero en una cadena de bloques tienes mazacotes de transacciones que forman un bloque y no puedes separar. De hecho, llevamos ya un par de años con un serio debate sobre la incompatibilidad de Blockchain con la normativa de protección de datos.
Los HECHOS son que el coste de anotar una transacción en Bitcoin se ha disparado más de un 2.000% este año, que en 2018 Gartner ya constató que sólo el 1% de los responsables corporativos de tecnología pensaban invertir en esta tendencia y que la curva de interés de Blockchain es un ejemplo de libro de una tecnología sobrevalorada en fase de desvanecimiento (lo que se llama «meseta del ciclo de expectativas»).
La tecnología de cadena de bloques no es infalible. En 2013, un error de programación hizo que la cotización del Bitcoin cayera un 23%. Así que una tecnología que no aporta nada, que tiene mayores costes por transacción que aquella a la que pretende sustituir, que es más lenta… ¿para qué sirve? Como decía Jason Bloomberg en 2017 (otro artículo que te recomiendo): «Blockchain es una solución buscando un problema».
Lo que pasa es que hay tanta gente que ha puesto su dinero, prestigio, imagen y entusiasmo en este fiasco que ¿cómo te enfrentas a ello? ¿Quién se atreve a reconocer que el rey está desnudo? En una época normal, señalar con datos y hechos las deficiencias de una propuesta debería servir para prestarles atención y tratar de corregirlas. En los tiempos actuales de histeria social ante el pensamiento discrepante, se ataca al mensajero.
Exelente y valioso punto de vista amigo gracias por tu información. Sigue opinando
De todo esto, lo que podemos evidenciar, no es que la tecnología sea incorrecta ni corrupta… pero sí que mientras la tecnología por avanzada que sea, deba ser alimentada por el ser humano (el cual si es corrupto desde su naturaleza), será vulnerable a corrupción de todas formas. De parte y parte tienen razón en muchas de sus afirmaciones y opiniones diferentes, si embargo podemos también notar que el Blockchain si tiene uso útil, cuando se puede desarrollar en y para una entidad privada, que le permita a sus usuarios un mejor control de los datos y su posterior análisis. Pero también es interesante que aunque en el caso de una universidad fraudulenta que expida diplomas sin el previo completo de los requisitos, pues obviamente que aunque fraude, será también de doble filo, pues habrá quedado evidencia total de su fraude y esto aplica también para el caso de las elecciones en un país débilmente gobernado, siempre que no sea el mismo elector quien audite y ejerza su voto virtual. (de nuevo lo que quiero que quede claro es que la debilidad no está necesariamente en el sistema como tal, sino en el humano, bien que lo desarrolla desde el inicio con perversidad o bien que ingresa datos corruptos, falsos o manipulados) De otro lado me llama mucho la tensión que en los artículos correlacionados se hable de la futilidad en el uso, cuando la prueba contraria a la no adaptación de estas tecnologías que parecen vanas está en Youtube, Google, los celulares, whatsApp, etc. que ya cada día son más indispensables para la raza humana y la prueba está aquí… Sí… jjusto aquí pues la estamos usando en Facebook, para poder todos opinar como lo estamos haciendo. Y para finalizar, lo que me hizo leer este su artículo Rafael Morales, es que me causa mucha gracia que lo comparas con los billetes del Monópoli, como si los billetes reales valieran algo… cuando ya muchos sabemos que aunque (supuestamente), tengan un respaldo de una nación, pues la verdad es que tampoco valen nada en absoluto y si la gente se volcara a los bancos a reclamar su equivalente en oro (como rezan los billetes), pues nunca tendrían cómo soportarlo; sin embargo aquí también hay un acierto en los artículos y es la mención a la prudencia de ésos hijos del demonio, que dirigen dichas entidades y que los lleva a manipular los gobiernos de tal forma, que una tecnología como el Blockchain, por más que se depure y perfeccione, jamás la adoptarán, mientras ellos no le vean el beneficio creciente sólo para ellos.