He estado un mes probando varias herramientas de gestión de redes sociales; concretamente Hootsuite, Buffer y Sendible. Otro día contaré los resultados de la prueba. De momento me quedo con una sensación de decepción por la mala calidad del contenido que nos tragamos cada día en este flujo frenético de actualizaciones. Voy a explicarme.
Si lees a alguno de estos «gurús» de la marca personal que te encuentras por Internet o en libros autoeditados (y en los normales), verás que todos coinciden en que hay que generar contenido. Es importantísimo actualizar tu perfil todos los días: contar lo que haces en Twitter, poner el punto sobre la i a todo lo que pasa en Facebook, ser más guay que nadie en Instagram, abarrotar de lo último el muro de LinkedIn, etc. Con eso demuestras que estás al día, que generas «trending topics» y todo con muchas almohadillas y arrobas. Si no, no eres «cool».
Claro, nadie genera 67 actualizaciones diarias originales. Vamos, ni 5. Bueno, quizás 5 sí, pero la mayoría de ellas serán vaciedades del tipo «me levanto y veo el duro transcurrir de la existencia por el ojo de una mariposa infeliz de no ser, de no tener, de querer y no llegar, añorando su encarnación anterior». ¡JA! Pero si lo que quieres es poner cosas que merezcan la pena, hablamos de otra cosa. Para eso hay que pensar, reflexionar, recoger, elaborar y publicar. Claro, no hay tiempo, y descubres el «clipping», que consiste en redirigir todo aquello que te llama la atención y presentarlo como algo super-necesario para estar al día.
Aplicaciones como Buffer tienen herramientas para buscar noticias temáticas, ni siquiera tienes que preocuparte mucho de estar suscrito a sitios de interés. Das de alta una alerta, esperas a que salga el hilo (stream) de chorradas y eliges las que más te llaman la atención. En ese momento las añades a un programador de actualizaciones y éste se encargará de dosificar las «perlas» de sabiduría que has encontrado.
Es entonces cuando me paro en este proceso de aprendizaje y me doy cuenta de que algunas de las cuentas que sigo apestan a automatización. Pertenecen a gente con la que tengo alguna relación y dices: «bueno, vale, de vez en cuando dice algo personal». Pero no, la mayoría del tiempo parece que tienen puesto el auto-post. Algunos (los peores) activan una función de refresco que te manda 3 o 4 veces la misma actualización, por si te has perdido ese gran hallazgo en el reparto de sabiduría anterior.
Y no. No me convence. Porque lo peor no es que te saturen de actualizaciones. Lo peor es que cuando llegas al contenido encuentras basurilla superficial de 250 palabras. Los títulos son llamativos, casi de prensa sensacionalista: «10 Trucos para renovar tu carrera de Project Manager», «No caigas en la trampa de las estimaciones ágiles», «Aprende a hacer un vodka con Martini decente». Perdón, éste último no. Ese sí que valía la pena 😉
Trato de encontrar mi hueco en este mundo. Soy autor desde hace años y tengo que hacer una gestión adecuada de mi imagen y mi trabajo, pero me ha bastado con un vistazo a esa locura de las actualizaciones frenéticas. Llamadme antiguo, pero creo que voy a seguir escribiendo una vez por semana o quincena. Pocas cosas, pero que merezcan la pena. Y trataré de buscar lo mismo. Creo que es mejor y si estás en una situación parecida, te recomiendo otro tanto: no nos dejemos atrapar por esa aparente urgencia. Es mejor fomentar nuestra imagen sobre la solvencia y las cosas bien hechas.
¿Acaso no dicen esos mismos gurús que hay que generar contenido de calidad? Pues para eso hace falta tiempo.